Nuestro sistema inmunitario es la herramienta principal que tenemos para hacer frente a diversos patógenos como los virus, bacterias, hongos y parásitos. Este sistema se caracteriza por una gran complejidad no solo por la gran diversidad de células que intervienen en estas respuestas sino por las reacciones bioquímicas que regulan nuestras defensas. Poco a poco la evidencia científica ha ido recalcando la importancia de diversos aspectos como el ejercicio o nuestra alimentación sobre el buen funcionamiento del sistema inmune. Este es el caso de la Vitamina C.
Por lo que hace a la alimentación existen varios nutrientes que actúan como reguladores tanto de la respuesta celular como de las reacciones que regulan nuestras defensas. Uno de estos nutrientes cruciales para nuestro sistema inmune es la vitamina C.
¿Qué es la Vitamina C?
La vitamina C es una vitamina hidrosoluble que se caracteriza por ser un nutriente esencial, ¿qué quiere decir eso?, quiere decir que no podemos sintetizarlo nosotros mismos (los humanos) ya que no disponemos de una vía metabólica que nos ayude a hacerlo. Esta vitamina es ampliamente conocida por su capacidad antioxidante, pero esta no es la única característica por la cual debería de parecernos interesante. Uno de los ejemplos sobre la importancia de esta vitamina es el escorbuto que padecían las personas que se pasaban semanas navegando hasta otro continente y no disponían de frutas y verduras frescas. Esta patología se caracteriza por debilidad en las estructuras de colágeno, mala cicatrización de las heridas, sistema inmune deficiente y un aumento del riesgo de infecciones potencialmente mortales como la neumonía.
Hábitos y Vitamina C
Para evitar el escorbuto la cantidad mínima necesaria a ingerir es bastante baja y por tanto se puede prevenir fácilmente, no obstante, no todas las personas cubren sus necesidades diarias de esta vitamina para mantener unos buenos niveles en sangre de la misma. Esto puede ser debido a que los hábitos alimentarios, el consumo de tabaco y alcohol, y las variantes genéticas pueden condicionar estas necesidades que presentamos.
De todas las células del sistema inmune que presentamos hay unas que son especialmente sensibles a los niveles de vitamina C en sangre, los neutrófilos. Se ha observado que estas células presentan en su interior concentraciones significativamente mayores en comparación con las concentraciones en sangre y no solo eso, sino que además se ha observado que un buen aporte de esta vitamina está relacionado con una buena función de este grupo celular. Esta buena función consistía en la mejora de propiedades como la quimiotaxis, la actividad oxidativa, las enzimas antioxidantes y la apoptosis de estas células.
La vitamina C no solo es capaz de mejorar la respuesta del sistema inmune, también puede mejorar ciertas características de las barreras que nos protegen frente a los patógenos. El colágeno es la proteína principal de muchas barreras que presentamos (como la piel), se ha observado que la vitamina C es capaz de mejorar la síntesis de esta proteína. No solo eso, sino que además puede acelerar la recuperación de lesiones en estas barreras como en el caso de las úlceras por presión. Por otra parte, su gran función antioxidante protege a estas barreras frente a daños oxidativos que pueden dañar la integridad de estas.
¿Qué pasa con los deportistas y esta vitamina?
Los deportistas pueden ser una población en riesgo de necesitar una dosis extra de esta vitamina para mejorar la respuesta de su sistema inmune. Bien es sabido que el ejercicio de alto rendimiento puede llegar a causar inmunodepresión afectando al mal funcionamiento de este. No obstante, en un meta-análisis se vio que la vitamina C puede ser un nutriente muy importante en estos deportistas para así mejorar esta función llegando a encontrar una asociación entre una menor frecuencia de infecciones de la parte superior del sistema respiratorio en comparación a aquellas personas que no tenían esta dosis extra.
Por todo ello es necesario que tengamos una buena ingesta de esta vitamina y además de una forma frecuente sobre todo porque otra característica de esta vitamina es que tiene una vida media en sangre muy corta. Los cítricos son conocidos por tener esta vitamina y son una buena opción, pero debemos tener en mente que existen muchos alimentos que tienen una concentración muchísimo más alta de esa vitamina.
Finalmente, destacar que para cubrir nuestras necesidades de esta vitamina tenemos que tener en mente muchos factores que afectan a sus niveles, como nuestros hábitos, nuestra genética, nuestra ingesta de la misma, entre otros.
¡Cuánto mejor nos conozcamos mejor podremos cuidar de nuestro organismo!