Estamos acostumbrados a escuchar sobre los peligros del azúcar en nuestra dieta. Un consumo excesivo de azúcares libres está relacionado con la obesidad y el riesgo de contraer enfermedades no transmisibles como caries dental. Por ello, la OMS recomienda una ingesta reducida de azúcares libres a lo largo de toda la vida. Tanto en adultos como niños, su recomendación es reducir su ingesta a menos del 10% de la ingesta calórica total.

¿Pero sabías que tomar demasiados azúcares juega un papel importante en el envejecimiento de tu piel?

El envejecimiento se define como el deterioro gradual de las funciones fisiológicas del cuerpo que son importantes para la supervivencia. La piel, es el órgano más grande del cuerpo y al ser la capa protectora más externa, a menudo está sujeta a factores causantes del envejecimiento tanto internos como externos.

Los rasgos característicos del envejecimiento de la piel incluyen entre otros arrugas, sequedad de la piel, reducción del grosor de la piel, pérdida de elasticidad o una tasa más reducida de proliferación de células epidérmicas. Se han identificado diversos factores externos que contribuyen principalmente a su envejecimiento incluyendo la luz solar (radiación ultravioleta), productos químicos, contaminantes y el tabaco.

Además de los estímulos externos, ciertos procesos endógenos desencadenan el proceso de envejecimiento como por ejemplo los radicales libres, el acortamiento de los telómeros y el deterioro del funcionamiento inmunitario. En los últimos años, ha ganado protagonismo un proceso llamado “glicación”.

El azúcar y otros carbohidratos de alto índice glucémico (pan, postres o refrescos), se convierten rápidamente en glucosa en la sangre. Las dietas con alta concentración de azúcares libres pueden predisponer a un envejecimiento prematuro de la piel, a través de un proceso llamado glicación avanzada. La glicación avanzada hace que las fibras de colágeno pierdan su flexibilidad y fuerza a través de una reacción química que provoca la formación de unos compuestos llamados productos finales de la glicación o AGEs (Advanced glycation end products), relacionándose con la aparición de arrugas, pérdida de luminosidad, elasticidad dérmica y mayor vulnerabilidad al daño solar. La radiación solar, especialmente la ultravioleta, y el tabaco, pueden desempeñar un papel importante en la formación y acumulación de AGEs.

Además, el daño acumulado relacionado con la glicación es proporcional a la ingesta dietética de carbohidratos refinados, así como a la sensibilidad individual a la glucosa y la resistencia a la insulina así como nuestra capacidad individual de regeneración y mantenimiento de la estructura de la piel, características determinadas en parte por factores genéticos.

¿Qué podemos hacer para mantener una piel joven y luminosa?

El proceso de glicación no es reversible y no puede ser detenido por completo, por lo que nuestro objetivo debe focalizarse en evitar que se produzca y minimizarlo.

Para evitar este proceso y mantener una piel joven y luminosa, lo fundamental es una alimentación sana, equilibrada, baja en azúcares libres tal y como recomienda la OMS debemos evitar al máximo los alimentos procesados (salsas, bollerias) y sustituir los carbohidratos simples por complejos altos en fibra (pasta y arroz integral). Las conocidas como dietas anti-aging o anti-inflamatorias, priorizan la presencia de proteínas vegetales y ácidos grasos esenciales, limitando los glúcidos.

Podemos potenciar una alimentación sana, acompañándola de cosmética con activos anti-glicación. Algunos estudios confieren al té verde la capacidad de estimular la síntesis de colágeno y la reducción del proceso de glicación. También podemos buscar tratamientos que contengan carnosina, un aminoácido que se ha demostrado que protege contra la acumulación de AGEs.

Además de nuestra dieta y rutina cosmética, es igual de importante no olvidar mantener unos hábitos de vida saludables evitando aquellos factores que favorecen la generación y acumulación de AGEs y el envejecimiento prematuro como son el tabaco o la exposición a rayos ultravioletas, favoreciendo aquellos que nos ayudan a prevenir su generación y acumulación manteniendo rutinas de ejercicio, ya que éste nos ayudará a regular los niveles de azúcar en sangre, añadir antioxidantes a nuestra dieta como vitamina C y E o no menos importante, unos buenos hábitos de sueño y controlar el estrés, importante para reducir el daño oxidativo de la piel.

En conclusión, si queremos preservar la juventud y belleza de nuestra piel, debemos mantener unos hábitos de vida saludables, minimizando el consumo de azúcares libres y siguiendo rutinas personalizadas antienvejecimiento (proaging) específicas a nuestras necesidades individuales.

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