Alimentación personalizada: El fin de las dietas sin sentido

Alimentación personalizada

Nuestra relación con la comida no suele ser fácil. En ocasiones, es una auténtica tragicomedia. Reconozcámoslo, hemos hecho dietas salvajes en las que nos hemos muerto de hambre para entrar en los pantalones del verano pasado, nos hemos pegado atracones de galletas con chocolate ese día que todo nos salió mal, hemos seguido las mismas pautas que nuestros colegas del gimnasio y no hemos adelgazado ni un gramo…

Todo, mientras somos conscientes de la importancia de mantener una dieta sana, una alimentación personalizada. Sí, esa dieta que no sólo nos mantenga en nuestro peso, sino que potencie el sistema inmunitario, mejore el estado de ánimo, cuide la piel, regule el tránsito intestinal, prevenga enfermedades cómo la osteoporosis o la diabetes, y un sinfín de beneficios de por vida. Pero ¿cómo se consigue llevar una dieta sana de manera sencilla? ¿Es posible dar en el clavo con la alimentación de una vez por todas?

Lo es, pero sólo conseguiremos tener una relación saludable con la comida que, además, nos mantenga en nuestro peso óptimo, si sabemos cómo se comporta nuestro cuerpo ante los diferentes alimentos. Y es que cada uno de nosotros presenta diferencias a la hora de absorber, metabolizar y aprovechar los distintos nutrientes. Por ejemplo, ¿sabías que no todos somos capaces de absorber igual de bien la vitamina C en el intestino? ¿O que cada persona metaboliza las grasas de distinta manera en el hígado? Tenemos marcadores moleculares, tanto genéticos cómo bioquímicos, que nos dan pistas de cómo nuestro cuerpo reacciona ante lo que nos comemos. Y es que las recomendaciones generales que nos dicen que las grasas son malas o que los hidratos de carbono no se deben comer por las noches, quizás, en tu caso, no sean realmente ciertas. Por eso las dietas genéricas se nos quedan cortas o no nos funcionan en absoluto porque son eso, generalidades que no se adaptan a tu realidad.

¿Qué vitaminas me faltan?

Tus marcadores genéticos pueden darte pistas de cuáles son las vitaminas que debes ingerir en mayor cantidad para suplir posibles carencias. Por ejemplo, la vitamina A, esencial para multitud de procesos cómo el correcto funcionamiento del sistema inmunitario, el corazón o la visión, se presenta dos formas: la vitamina A activa, llamada retinol, que procede de alimentos de origen animal. Y la inactiva, llamada beta-caroteno (el pigmento naranja de las zanahorias y otros vegetales) que no es activo pero es el precursor del retinol. Cada uno de nosotros presentamos una distinta capacidad de transformar los beta-carotenos en retinol. Así, si eres de los que presenta una baja capacidad de transformar la vitamina A de su forma inactiva a su forma activa, necesitarás incrementar la ingesta de vitamina A en forma de retinol, proveniente directamente de fuentes animales.

Que la alimentación emocional no te pille desprevenido

A todas estas diferencias individuales hay que sumar la tendencia a tener una alimentación emocional, esa que te hace papearte dos tabletas enteras de chocolate el día que has discutido con tu pareja o la noche antes del examen de las oposiciones. ¿Sabes que algunos de nosotros somos más propensos a sufrir alimentación emocional que otros?

Existen marcadores genéticos relacionados a una mayor susceptibilidad a apoyarse en comidas especialmente palatables (esas llenas de azúcar y grasa) para reprimir sentimientos negativos, cómo la tristeza, la ansiedad o simplemente el aburrimiento. Si sabemos que presentamos esta tendencia podremos estar alerta a los desencadenantes y así actuar para ponerle freno.
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Lo que comes también afecta a tus genes

Está claro que nuestros genes condicionan lo que comemos: De ellos depende en buena medida que nos gusten más unas cosas u otras, que seamos intolerantes a determinados alimentos o que sintamos más o menos hambre en determinadas ocasiones.

Pero no sólo tus genes afectan a cómo metabolizas la comida, sino que lo que comes también afecta a cómo se comportan tus genes. Hay alimentos que pueden aumentar el riesgo de sufrir alteraciones metabólicas que comprometen nuestra salud cómo las grasas saturadas. Y otros que hacen que nuestro metabolismo funcione mejor cómo el sulforafano del brócoli.

Tu plan de alimentación personalizada es único

Cómo ves, es fundamental llevar una dieta sana para aumentar nuestra calidad de vida. Pero lo que es sano para unos puede no serlo para otros, por eso conocer tu estado de salud y tus singularidades a nivel biológico, va a ser crucial para marcarnos una alimentación personalizada que te siente bien específicamente a ti.

Las dietas genéricas que se encuentran por ahí no ayudan demasiado, pueden incluso poner en riesgo tu salud. Lo que realmente te va a llevar a hacer las paces con la comida y con lo que alcanzarás tu peso ideal son unos hábitos de vida personalizados, en línea con tus marcadores bioquímicos y genéticos, es decir en línea con tu cuerpo, con cómo eres y cómo estás.

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