¿Vitamina K y coágulos? Descubre su relación

Existen varios factores relacionados con la formación de coágulos sanguíneos como los factores de coagulación de la sangre, la actividad física que realizamos, el consumo de determinados fármacos e incluso algunas vitaminas como la vitamina K de la cual hablaremos en este artículo.

Uno de los grandes problemas relacionados con la salud cardiovascular es la formación de trombos. Un trombo es un coágulo de sangre que se forma en un vaso pudiendo llegar a bloquear el flujo de sangre de este provocando grandes daños del tejido, destrucción del tejido e incluso una muerte del tejido redundante conocida como necrosis.

¿Qué es la vitamina K?

La vitamina K, también conocida como filoquinona (K1) o menaquinona (K2) dependiendo de su forma química, es una vitamina liposoluble muy importante para la coagulación debido a que es necesaria para la producción de diversas proteínas relacionadas con la cascada de coagulación como los factores de coagulación II, VII, IX, y X, además de proteínas anticoagulantes como la proteína C, la proteína S, y la proteína Z. Las necesidades de esta vitamina aún se desconoce exactamente ya que varía mucho entre las personas, se estima una ingesta adecuada alrededor de los 90-120 μg/día. Esta vitamina proviene de la alimentación a partir de la ingesta de alimentos como las acelgas, el perejil, la berza, las coles, las espinacas, entre otras verduras. Al ser liposoluble depende mucho su absorción de la cantidad de grasas que encontramos en nuestra alimentación, una alimentación más grasa favorecerá la absorción de esta vitamina.

No obstante, esta vitamina también es importante para mantener una densidad mineral ósea idónea. Esto se debe a que esta vitamina también regula la producción de una hormona muy importante para la salud de los huesos, la osteocalcina. Mantener unos buenos niveles de esta vitamina aseguran un correcto funcionamiento de la homeostasis de la osteocalcina y por tanto favorece una buena salud ósea, no obstante, según grandes estudios su suplementación tampoco produce beneficios clínicos por lo que hace a la prevención de fracturas óseas.

¿La suplementación es la única solución?

Así que solucionado, si tenemos problemas con la coagulación comemos más alimentos con vitamina K o nos suplementamos con algún suplemento que contenga esta vitamina, ¿esto es así? La respuesta evidentemente es no.

Aumentar la ingesta de esta vitamina vía alimentos o suplementos está completamente contraindicado a no ser que el médico lo indique. Esto se debe básicamente a que cuando una persona tiene problemas relacionados con la coagulación pasa a tomar medicación diariamente, como la warfarina, la cual tiene como diana contrarrestar la función de la vitamina K. Por tanto, si aumentamos la cantidad de vitamina ingerida, la farmacología puede dejar de ser eficaz y por tanto complicar considerablemente el tratamiento, además de que la evidencia científica no encuentra mejoras clínicamente significativas en los estudios en los cuales se suplemento dicha vitamina. Incluso la tecnología hoy en día está utilizando modelos de multivariables intentando establecer una forma de determinar las dosis exactas con gran cantidad de datos pudiendo explicar hasta un 60% de la variabilidad a día de hoy.

¿Significa esto que debemos dejar de ingerir vitamina K si presentamos algún problema con la coagulación?

 

De nuevo, la respuesta es no. Todo ello debido a que la dosis farmacológica está adaptada a los niveles que presentas habitualmente en sangre de esta vitamina, en definitiva no se recomiendan cambios en la alimentación.

Otros medicamentos también pueden afectar a la cantidad total de vitamina K que solemos presentar habitualmente como los antibióticos (que reducen la cantidad de vitamina K producida por la microbiota), los secuestradores de ácido biliar (que reducen los niveles de colesterol en sangre y por tanto dificultan el transporte de esta vitamina) o el orlistat (bloquea las lipasas pancreáticas, proteínas necesarias para la digestión de grasas, disminuyendo su absorción y en consecuencia la de esta vitamina).

Además de todos estos factores, la genética también tiene algo que decir al respecto. Por lo que hace al metabolismo de esta vitamina depende en cierta parte de variantes genéticas que pueden condicionar su funcionamiento, su transporte e incluso su degradación. Estas variantes genéticas pueden encontrarse en genes como APOE4, VKORC1, GGCX o CYP4F2.

Finalmente, quería terminar indicando que esta vitamina es muy importante tal y como hemos podido conocer, sin embargo no por ello debemos modificar su ingesta ni su suplementación notablemente (a no ser que el médico lo indique) ya que según la evidencia actual, no se traslada en beneficios notables para nuestra salud.

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