Factores influyentes en la libido
Cuando alguien nos atrae y además las relaciones sexuales son placenteras, es muy probable que deseemos seguir viendo a esta persona, este hecho se debe al sistema de recompensa por el cual nuestro propio organismo nos solicita hacer algo que le pareció gratificante.
Pero, la libido, no es igual en todas las personas, ni se mantiene constante ni lineal en todas las etapas de la vida. Su intensidad varía dependiendo de muchos factores físicos y psicológicos como pueden ser el estilo de vida, la edad, la genética, la educación, las alteraciones hormonales, el estrés, el descanso, la autoestima, las actitudes aprendidas en nuestras experiencias sexuales y, por supuesto, los sentimientos que evoca cada persona.
Una revisión bibliográfica publicada en el año 2020 concluyó que el trastorno del deseo sexual en las mujeres está asociado con factores emocionales y psicológicos negativos como depresión, ansiedad e imagen corporal negativa.
Además, existe evidencia que los hábitos alimentarios y el estado nutricional tienen una influencia en la salud reproductiva tanto en hombres como en mujeres. Los hombres con obesidad presentan un mayor riesgo de tener niveles reducidos de testosterona sanguínea, disfunción eréctil y libido deficiente. Es por esto que la mejora en los hábitos alimentarios puede ser una de las estrategias a tener en cuenta para aumentar el apetito sexual.
Hormonas y libido
Las hormonas son las principales motivadoras de la libido; es evidente que en el caso de los hombres una disminución de la testosterona provocaría la merma del deseo sexual, pero en las mujeres también influyen de la misma manera.
Como es bien sabido, los niveles bajos de estrógenos están ligados con una disminución del deseo sexual en mujeres, pero sabemos que ocurre lo mismo en los hombres. Además de la testosterona y los estrógenos, existen otras hormonas que pueden influir en la libido. En ambos sexos, una elevada prolactina disminuye el deseo sexual; la libido inhibida persistente se manifiesta, por ejemplo, en el caso de las mujeres tras la menopausia puesto que, al disminuir la cantidad de estrógenos que genera el cuerpo femenino, también disminuye su deseo sexual.
En el caso de los hombres, algo frecuentemente desconocido, es que también tienen ciclos hormonales, pero carecen de pautas temporales marcadas como el periodo de las mujeres. En su caso, la testosterona y el estradiol regulan la libido, la oxitocina la pulsión sexual y la dopamina el estímulo sexual en general, de esta manera pueden tener picos de aumento en la propia libido o sucederse periodos en los que carecen de apetito sexual.
Genética y libido
Debemos destacar de nuevo que la libido no es un fenómeno monolítico e inmutable, la conducta sexual tiene diferentes matices entre unas personas y otras. Algunas de estas variaciones tienen un origen psicológico, pero otras directamente parten del cerebro y sus mecanismos químicos de control neurológico, es decir, pura química.
La genética juega un papel fundamental en la predisposición que tiene cada persona en percibir biológicamente la vida; en las células del cerebro existen receptores a los que se ligan ciertas proteínas llamadas neurotransmisores. Hay un receptor específico que se llama DRD4 (receptor D4 de dopamina), al que se fija ese abundante neurotransmisor llamado dopamina, asociado a los mecanismos de placer. Existen mutaciones en el gen DRD4 que pueden predisponer a presentar una tendencia a variaciones de la conducta sexual6.
¿Cómo podemos recuperar el deseo sexual?
Lo primero y más recomendable siempre será acudir a un profesional. Ya habíamos mencionado antes los factores que influyen directamente en nuestra libido, pudiendo originarse de manera psicológica o biológica, pero también la influencia de unos hábitos de vida poco saludables podrían ser una causa más que justificada. Evitar el consumo de alcohol y de otras drogas, dejar de fumar, controlar nuestro nivel hormonal mediante análisis y, por supuesto, reiterar la importancia de un buen descanso.
A nivel nutricional se recomienda mantener un valor de índice de masa corporal (IMC) saludable. Tanto los hombres como las mujeres deberían potenciar el consumo de ácidos grasos omega 3 y 6 y limitar el consumo de grasas saturadas o trans. Además de fomentar el consumo de hidratos de carbono de bajo índice glucémico y proteínas vegetales sobre las animales.
Controlar la ansiedad prolongada o el estrés crónico puede devolvernos también nuestra libido además de mejorar nuestra calidad de vida en general, es importante acudir a profesionales para que nos proporcionen herramientas que nos ayuden a trabajar el estrés. Y, en ocasiones, cuando desconocemos el origen o la causa de un déficit de libido y se han descartado los motivos psicológicos, es recomendable realizarse un estudio genético para averiguar si existe la presencia de variaciones genéticas que puedan predisponernos a esta situación y un análisis bioquímico para detectar los niveles de testosterona y estradiol puede ayudarnos a regular nuestra libido y a recuperar el deseo sexual.
Referencias bibliográficas
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